Recibes una llamada telefónica, de alguien que te dice que te va a matar. Piensas, obviamente que se trata de un loco o un bromista. Lo más aconsejable es que no le hagas caso. Pero, al de unos días, comienza a morir gente, que ha recibido la misma amenaza. La policía no halla al asesino, y tú te pones muy nervioso, más bien te invade el pánico.
¿Y si, realmente, tienes los días contados? ¿Qué puedes hacer? ¿Emigrar? ¿Armarte hasta los dientes? ¿No salir de casa? Quizá confesarte y hacer testamento. No llames a la policía porque no le pueden asignar un “ángel de la guardia” a cada ciudadano.
¿Y si, realmente, tienes los días contados? ¿Qué puedes hacer? ¿Emigrar? ¿Armarte hasta los dientes? ¿No salir de casa? Quizá confesarte y hacer testamento. No llames a la policía porque no le pueden asignar un “ángel de la guardia” a cada ciudadano.