Emilio ejerció toda su vida su profesión de camarero en Zaragoza. Pero ya jubilado, decidió plasmar por escrito los 33 meses que pasó en la División Azul y en la Legión Azul 50 años antes; pero no sólo sus vivencias (reales o magnificadas), sino también sus sentimientos y los de sus camaradas.
En un primer momento, fue su gran amigo de toda la vida, Ignacio Sariñena, quien le animó a emprender esta tarea y escribió una primera versión; pero esta le resultó a Emilio excesivamente novelada, por lo que decidió escribirla él mismo (tarea de mérito, ya que, si bien fue un lector impenitente toda su vida, nunca pasó de los Estudios Primarios). Y así, poco a poco, añadiendo aquí y eliminando allá, fue plasmando en numerosos cuadernos, durante sus estancias veraniegas en Caldearenas, sus recuerdos de medio siglo antes.
Fallecido en 2002, es una de sus hijas quien toma esos cuadernos y, también poco a poco, los ordena y los pasa al ordenador, realizando algunas correcciones (muy pocas) de estilo y puntuación. Es ahora cuando decide, de acuerdo con su hermana, que estas páginas vean la luz.
En un primer momento, fue su gran amigo de toda la vida, Ignacio Sariñena, quien le animó a emprender esta tarea y escribió una primera versión; pero esta le resultó a Emilio excesivamente novelada, por lo que decidió escribirla él mismo (tarea de mérito, ya que, si bien fue un lector impenitente toda su vida, nunca pasó de los Estudios Primarios). Y así, poco a poco, añadiendo aquí y eliminando allá, fue plasmando en numerosos cuadernos, durante sus estancias veraniegas en Caldearenas, sus recuerdos de medio siglo antes.
Fallecido en 2002, es una de sus hijas quien toma esos cuadernos y, también poco a poco, los ordena y los pasa al ordenador, realizando algunas correcciones (muy pocas) de estilo y puntuación. Es ahora cuando decide, de acuerdo con su hermana, que estas páginas vean la luz.