¿Cómo caracterizar a gobiernos que se autonombran como “revolucionarios”, incluso “socialistas”, cuando, efectivamente preservan la maquinaria no desmontada del viejo Estado-nación? ¿Cómo calificarlos cuando vuelven a efectuar concesiones a privados de las reservas de recursos naturales, por ejemplo, fuera de las ya conocidas, del espectro electromagnético? Todo esto contraviniendo la Constitución, que establece que los recursos naturales, incluyendo el espectro electromagnético, es propiedad de los bolivianos; además de establecer que los recursos naturales no son mercantilizables, que están destinados al vivir bien. No basta decir que se trata de un gobierno demagógico, al estilo de los populismos latinoamericanos; tampoco basta decir que es un gobierno impostor, haciendo más acre la calificación. No se resuelve el problema de la comprensión del funcionamiento de este tipo de gobiernos con definiciones que solo apuntan a ciertos rasgos sobresalientes; empero, no ven el conjunto, menos la dinámica del funcionamiento del conjunto. Vamos a intentar ir más lejos, en esto, de lo que fuimos antes, incluso en ensayos radicalmente críticos y críticamente radicales, dicho con mesurada ironía.
Se decía, en las frases enunciadas por el saber popular, que el papel aguanta todo. También podemos decir, con la misma tonalidad, que se pueden dar toda clase de composiciones singulares políticas, mezclando y combinando, forzadamente, discursos pretendidamente “revolucionarios” con prácticas persistentes, que recogen los más recalcitrantes conservadurismos y prejuicios, como, por ejemplo, los patriarcales y machistas, añadiendo además la continuidad de prácticas de las relaciones capitalistas más entreguistas, como son las concesiones dolosas de los recursos naturales. Sin seguir con una lista más larga de la mezcla política barroca, todo esto se puede pretender sintetizar, como dándole un sentido deseado, con un discurso “antiimperialista”. ¿Qué es esto? ¿Un bodrio? Por cierto que pude parecer; sin embargo, esta composición singular política, por más grotesca que parezca, tiene que ser explicada, por lo menos, interpretada.
Se decía, en las frases enunciadas por el saber popular, que el papel aguanta todo. También podemos decir, con la misma tonalidad, que se pueden dar toda clase de composiciones singulares políticas, mezclando y combinando, forzadamente, discursos pretendidamente “revolucionarios” con prácticas persistentes, que recogen los más recalcitrantes conservadurismos y prejuicios, como, por ejemplo, los patriarcales y machistas, añadiendo además la continuidad de prácticas de las relaciones capitalistas más entreguistas, como son las concesiones dolosas de los recursos naturales. Sin seguir con una lista más larga de la mezcla política barroca, todo esto se puede pretender sintetizar, como dándole un sentido deseado, con un discurso “antiimperialista”. ¿Qué es esto? ¿Un bodrio? Por cierto que pude parecer; sin embargo, esta composición singular política, por más grotesca que parezca, tiene que ser explicada, por lo menos, interpretada.