Javier Elzo ha vivido con gran cercanía y enorme intensidad el drama vasco de los últimos cincuenta años. Ha militado como un activista indesmayable en la causa de la paz, desde cuando no era nada fácil dejarse ver. Y no se anda con rodeos ni se camufla en equidistancias a la hora de expresar su opinión sobre lo ocurrido: ETA es culpable, el terrorismo ha sido la verdadera plaga de nuestro país, las amenazas y la extorsión han impuesto una dictadura ideológica equivalente a la del franquismo, el desamparo social a las víctimas -a unas víctimas, mientras otras eran arropadas- nos ha envilecido a todos.
En esta obra revisa todos los rincones del «problema vasco» con la cabeza fría y el corazón ardiendo. De ella se puede deducir que la pacificación, la reconciliación y la justicia han de ser una tarea de responsabilidad integral en la que todos tenemos parte. A escala individual, porque a todos se nos ha mineralizado algo el cerebro y endurecido algo el corazón. Los medios de comunicación, que no pueden permitir ni que se olvide lo inolvidable, ni que se falsifique la historia, ni que se ponga la zancadilla a cualquier paso adelante. Pero es sobre todo un imperativo categórico para la política. En el amparo y el reconocimiento a las víctimas y en la búsqueda de la única salida hacia el futuro: un proyecto compartido por una sociedad plural, complejísima ideológicamente y llena de matices en los sentimientos de pertenencia.
En esta obra revisa todos los rincones del «problema vasco» con la cabeza fría y el corazón ardiendo. De ella se puede deducir que la pacificación, la reconciliación y la justicia han de ser una tarea de responsabilidad integral en la que todos tenemos parte. A escala individual, porque a todos se nos ha mineralizado algo el cerebro y endurecido algo el corazón. Los medios de comunicación, que no pueden permitir ni que se olvide lo inolvidable, ni que se falsifique la historia, ni que se ponga la zancadilla a cualquier paso adelante. Pero es sobre todo un imperativo categórico para la política. En el amparo y el reconocimiento a las víctimas y en la búsqueda de la única salida hacia el futuro: un proyecto compartido por una sociedad plural, complejísima ideológicamente y llena de matices en los sentimientos de pertenencia.