Es un recopilatorio de artículos de gran interés para los estudios del origen, formas de cultos, ritos y deidades de esta práctica religiosa antillana. Un estudio indispensable que incluye además una inédita información en su capítulo tercero de importante relevancia para discernir entre lo real y lo imaginario dentro del palo monte.
El sistema de creencias de todos los grupos etno-lingüísticos bantú tiene como fundamento el culto a entidades espirituales, quienes actúan para su proyección litúrgica sobre los tres planos vivenciales en que se mueve el muntu u hombre Africano: la comunidad (nsi), la familia (kanda, bwala, vata, gata) y la periferia (mfinda). Por lo tanto, existen los cultos comunales (a los bakulu ba nsi ‘ancestros del país’ o bakulu mpangu ‘ancestros fundadores’), los cultos vinculados a la familia o al linaje (bakulu ba kanda) y rituales relacionados con los espíritus de la periferia (simbi, nkita). Otros componentes de los credos bantú son el kinganga (sacerdocio), el kinkisi (“fetichismo”) y el kindoki (hechicería).
Mientras la religión de los bakongo se asienta en el culto a los bakulu (ancestros muertos), las Reglas de Palo Monte o Reglas Congas se construye sobre la base del culto a los muertos, al enfumbe, enfumbi, fumbe o fumbi que reside en un receptáculo mágico, llamado nganga, nkisi, prenda, caldero, cazuela, etcétera, acompañado por otra entidad denominada empungo, pungo, mpungo/u. Este espíritu-fetiche está representado en el fundamento por una o varias piedras sagradas que constituyen una especie de hierofanía lítica y la que muchas veces es identificada (nominalmente) con una deidad del panteón yoruba-lucumí y/o del santoral católico. Esa vasija espiritual o nganga es cultivada, manipulada, accionada por el sacerdote del credo, llamado palero, gangulero, tata o ngudi nganga (padre o madre de prenda) o mayombero (para la modalidad Regla Mayombe) kimbisero (para la modalidad Kimbisa) y briyumbero (para la modalidad Briyumba). Por lo tanto, de los bakongo, el palero cubano ha tomado, en esencia, los tres componentes adicionales: el kinganga, el kinkisi y el kindoki, con sus características (variaciones) específicas, y sobre las cuales han construido su credo. En Cuba, prácticamente, es desconocido el culto a los ancestros. Ni a nivel comunal (en este caso, territorial) ni en la familia se practican cultos cíclicos ancestrales. Al esclavo cubano nunca le interesó que la cosecha del amo blanco prosperara. Ni la familia de los esclavos cubanos y sus descendientes ritualizan las diferentes etapas de su vida. Además, como sucede en la religión tradicional bantú, el nivel mitológico (el que le otorga sentido al credo) no se caracteriza por un coherente cuerpo de mitos ni por una liturgia centralizada que dicte o modele su accionar ritual (el que celebra el sentido del culto); por lo tanto, coincido con Kerestetzi (211: 16) en que estos sistemas de creencias están más marcados por una “ritualidad perfomántica” (performer-centered) que por una “ritualidad litúrgica” (liturgy-centered), distinción propuesta por Atkinson (1989). En el Palo Monte, específicamente, es más pertinente hablar de “centros de cultos iniciáticos” que de Reglas. Actualmente las fronteras entre la modalidad o Regla Mayombe y la Briyumba prácticamente se están desdibujando hasta tal punto que muchas veces el etnólogo en su trabajo de campo encuentra más diferencias en un rito iniciático (por ejemplo) entre dos centros mayomberos que entre uno mayombe y otro briyumba. Esas diferencias al ejecutar una misma performance (o acto ritual) en diferentes casas-templos están dadas por las características personales del dirigente del credo (sacerdote palero) y por un significativo grado de creatividad e improvisación que caracterizan su ejercicio cultual.
El sistema de creencias de todos los grupos etno-lingüísticos bantú tiene como fundamento el culto a entidades espirituales, quienes actúan para su proyección litúrgica sobre los tres planos vivenciales en que se mueve el muntu u hombre Africano: la comunidad (nsi), la familia (kanda, bwala, vata, gata) y la periferia (mfinda). Por lo tanto, existen los cultos comunales (a los bakulu ba nsi ‘ancestros del país’ o bakulu mpangu ‘ancestros fundadores’), los cultos vinculados a la familia o al linaje (bakulu ba kanda) y rituales relacionados con los espíritus de la periferia (simbi, nkita). Otros componentes de los credos bantú son el kinganga (sacerdocio), el kinkisi (“fetichismo”) y el kindoki (hechicería).
Mientras la religión de los bakongo se asienta en el culto a los bakulu (ancestros muertos), las Reglas de Palo Monte o Reglas Congas se construye sobre la base del culto a los muertos, al enfumbe, enfumbi, fumbe o fumbi que reside en un receptáculo mágico, llamado nganga, nkisi, prenda, caldero, cazuela, etcétera, acompañado por otra entidad denominada empungo, pungo, mpungo/u. Este espíritu-fetiche está representado en el fundamento por una o varias piedras sagradas que constituyen una especie de hierofanía lítica y la que muchas veces es identificada (nominalmente) con una deidad del panteón yoruba-lucumí y/o del santoral católico. Esa vasija espiritual o nganga es cultivada, manipulada, accionada por el sacerdote del credo, llamado palero, gangulero, tata o ngudi nganga (padre o madre de prenda) o mayombero (para la modalidad Regla Mayombe) kimbisero (para la modalidad Kimbisa) y briyumbero (para la modalidad Briyumba). Por lo tanto, de los bakongo, el palero cubano ha tomado, en esencia, los tres componentes adicionales: el kinganga, el kinkisi y el kindoki, con sus características (variaciones) específicas, y sobre las cuales han construido su credo. En Cuba, prácticamente, es desconocido el culto a los ancestros. Ni a nivel comunal (en este caso, territorial) ni en la familia se practican cultos cíclicos ancestrales. Al esclavo cubano nunca le interesó que la cosecha del amo blanco prosperara. Ni la familia de los esclavos cubanos y sus descendientes ritualizan las diferentes etapas de su vida. Además, como sucede en la religión tradicional bantú, el nivel mitológico (el que le otorga sentido al credo) no se caracteriza por un coherente cuerpo de mitos ni por una liturgia centralizada que dicte o modele su accionar ritual (el que celebra el sentido del culto); por lo tanto, coincido con Kerestetzi (211: 16) en que estos sistemas de creencias están más marcados por una “ritualidad perfomántica” (performer-centered) que por una “ritualidad litúrgica” (liturgy-centered), distinción propuesta por Atkinson (1989). En el Palo Monte, específicamente, es más pertinente hablar de “centros de cultos iniciáticos” que de Reglas. Actualmente las fronteras entre la modalidad o Regla Mayombe y la Briyumba prácticamente se están desdibujando hasta tal punto que muchas veces el etnólogo en su trabajo de campo encuentra más diferencias en un rito iniciático (por ejemplo) entre dos centros mayomberos que entre uno mayombe y otro briyumba. Esas diferencias al ejecutar una misma performance (o acto ritual) en diferentes casas-templos están dadas por las características personales del dirigente del credo (sacerdote palero) y por un significativo grado de creatividad e improvisación que caracterizan su ejercicio cultual.