Entre 1406 y 1474, María de Aragón, Blanca de Navarra y Juana de Portugal, tres reinas Trastámara, traducen la historia desde su mirada impar. Madres primero y luego espejos, audacia y silencio; esculturas para el trono, ojos para terminar el tiempo.
En la Alta Edad Media la reina no era más que la señora entre otras damas; era aditamento, el broche sonámbulo de una fiesta, la holganza fugaz de un dueño, la decisión de un padre o su empeño, un pecho rebosante de dones y un encuentro. Aún presidía la Corte itinerante el concepto “bárbaro” donde la herencia y el linaje no eran motivo bnsucesorio.Las reinas matrices aún no eran reinas-madre, el trono estaba al alcance de cualquier bandería o noble agigantado. Era todavía tiempo germano, donde el “primus inter pares” tenía olores de cetro.
A partir de los siglos X y XI cambia el decorado, la Corte se organiza, aumenta la burocracia, el poder y el dominio, las semillas de los primeros Estados empujan a los soberanos. De la necesidad o del esfuerzo de hacer más grande un predio nacen las alianzas y más tarde, los tratados y los connubios.Y es en ese momento donde toma cuerpo la necesidad de un heredero.
María, Blanca y Juana sabían su sitio en ese tiempo. Ellas fueron haz y envés, dovela cuando no clave sustentando un tiempo complejo…
Oficio de reina, sombra y cuido, mimo, niñas crujientes flotando al conjuro de esta crónica.
En la Alta Edad Media la reina no era más que la señora entre otras damas; era aditamento, el broche sonámbulo de una fiesta, la holganza fugaz de un dueño, la decisión de un padre o su empeño, un pecho rebosante de dones y un encuentro. Aún presidía la Corte itinerante el concepto “bárbaro” donde la herencia y el linaje no eran motivo bnsucesorio.Las reinas matrices aún no eran reinas-madre, el trono estaba al alcance de cualquier bandería o noble agigantado. Era todavía tiempo germano, donde el “primus inter pares” tenía olores de cetro.
A partir de los siglos X y XI cambia el decorado, la Corte se organiza, aumenta la burocracia, el poder y el dominio, las semillas de los primeros Estados empujan a los soberanos. De la necesidad o del esfuerzo de hacer más grande un predio nacen las alianzas y más tarde, los tratados y los connubios.Y es en ese momento donde toma cuerpo la necesidad de un heredero.
María, Blanca y Juana sabían su sitio en ese tiempo. Ellas fueron haz y envés, dovela cuando no clave sustentando un tiempo complejo…
Oficio de reina, sombra y cuido, mimo, niñas crujientes flotando al conjuro de esta crónica.