Con frecuencia se ha pretendido conservar la vida silvestre obviando al hombre que comparte espacio con ella, pero las personas realmente cruciales para el medio natural son aquellas que viven en y de él. El cazador, como el pastor, el espartero y tantos otros, estuvieron mucho antes que el señor de la libreta. Ello les confiere derechos pero también la inmensa responsabilidad de reconocerse piezas de un engranaje, la naturaleza, que trasciende cualquier interés inmediato. El cazador actual es así albacea del monte y de su plenitud de recovecos, pero sobre todo puede considerarse una persona afortunada, porque la caza, en palabras del autor de este libro, constituye un ejercicio de libertad, una fábrica de sueños y una escuela de emociones. "Trochas" recoge, bajo su formato intimista, una invitación hacia nuevas etapas en la literatura cinegética. Una forma de escribir que, sin renunciar al lance, sabe disfrutar, como los clásicos, de los escenarios del monte y de todos sus intérpretes; que, desde la perspectiva del cazador rural, orgulloso de su condición pero también consciente de su responsabilidad y limitaciones, se asoma a la sociedad actual y al interior de la persona, a sus inquietudes, ansiando espacios de conciliación entre humanidad y naturaleza. Un texto, en definitiva, que puede ser leído con deleite por todos aquellos que encuentren en lo silvestre -y en el humanismo-, no solo en la caza, satisfacción a su curiosidad vital.
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