Su deber era convertirse en padre y esposo... con todas las consecuencias Con sólo decirle que iba a tener un hijo suyo, Savannah Claiborne puso patas arriba la organizada vida de Durango Westmoreland. De pronto, aquella inolvidable noche de pasión se había convertido en una obligación de por vida para un soltero empedernido como él. Pero los hombres de la familia Westmoreland siempre cumplían con sus responsabilidades, así que dejar que Savannah criara sola al niño no era siquiera una posibilidad para Durango. Le pidió que se casara con él y ella aceptó... con una condición: sería únicamente un matrimonio de conveniencia...
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