“Una vez en ruta, mirando por la ventanilla, con el polvo del camino escociéndole en los ojos, la mente relajada, sin pensar en nadie ni en nada en particular, entre sueños advirtió la carretera de tierra por la que circulaban y que atravesaba el mar a lo largo de diecisiete kilómetros, o el puente levadizo custodiado por soldados que vigilaban el paso de los barcos que trataban de superar el escollo de la autovía, y por primera vez aquella anciana se sintió en un país distinto y extraño... ”
He aquí cinco relatos, cinco aproximaciones a las andanzas de emigrantes y turistas gallegos por la isla de Cuba, donde se dieron y se dan historias que Olegario Sotelo Blanco presenta con afán desmitificador y a la vez ejemplarizante, como la vida misma, que pronto enseña que no hay paraísos en este mundo.
He aquí cinco relatos, cinco aproximaciones a las andanzas de emigrantes y turistas gallegos por la isla de Cuba, donde se dieron y se dan historias que Olegario Sotelo Blanco presenta con afán desmitificador y a la vez ejemplarizante, como la vida misma, que pronto enseña que no hay paraísos en este mundo.