Esta novela narra la vida de uno de los jueces más despiadados y sanguinarios que hubo en la España de los últimos años del siglo XVIII y primeros del XIX. El juez Calvo –Manescau en la novela– ejerció su jurisdicción en el recóndito señorío o marquesado de Moya (Cuenca), donde impartió justicia de forma implacable, acabando con el bandolerismo y persiguiendo a todo tipo de delincuentes. Escrito en un estilo directo que, conforme avanza la lectura, cobra verdadero ritmo e intriga, la historia nos lleva desde las cárceles de la Inquisición hasta la Guerra de la Independencia y de ahí al Cádiz de las Cortes, donde será diputado.
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