Tenemos tantas ganas de vestir uno que, cuando nos lo ponemos por primera vez, el traje del amor siempre nos deslumbra por lo bien hecho que parece. Pero lo cierto es que esos trajes casi nunca vienen cortados a medida y, si después de lucirlo un tiempo, caemos en la cuenta de que no nos sienta bien, de que el nuestro no es tan amplio y ligero como nos parecía al principio sino algo ajustado y agobiante, lo más probable es que lo tengamos ya tan pegado al cuerpo que no nos resulte fácil desprendernos de él.
Si quieren probarse otro, en Un país llamado Amor los hay de varias calidades.
Si quieren probarse otro, en Un país llamado Amor los hay de varias calidades.