José Jiménez Lozano, premio Miguel de Cervantes 2002, nos vuelve a cautivar con este ingenioso y divertido relato sobre las peripecias de un pueblo que quiere rehacer las pinturas de la iglesia deterioradas por el tiempo. Para ello Don Absalón, el cura del pueblo, instiga a Juan de Salinas para que vaya a buscar a un pintor a las lejanas tierras de Alejandría. Las extrañas situaciones vividas en el viaje, las conversaciones del pintor en Castilla y los efectos que produce la pintura se describen con la certera y original prosa del autor. Una narración llena de inteligente y disparatado humor y una metáfora tierna del final de los tiempos.
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