31 meditaciones de Tony de Mello que se convierten en la memoria de un místico. Su espiritualidad rebosa para hablar de amor, para revisar la vida, para alcanzar la perspectiva que propone el Evangelio. Lo concreto, lo humano y lo cotidiano son interpelados por el evangelio y por las parábolas de la vida, como así las denomina. Hechos que expresan interrogantes que interpelan. Comienza y termina reflexionando en torno a dos citas de Mateo: «¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su vida?» (Mateo 16,26) y «Por eso, estad también vosotros preparados, porque cuando menos lo esperéis vendrá el Hijo del hombre» (Mateo 24,44). De las dos surgen propuestas en aras del bien común, de la persona y de alcanzar la santidad: «No es un logro, es una gracia. Una Gracia llamada consciencia, visión, observación, comprensión».
Anthony de Mello (Bombay 1931 - Nueva York 1987) fue un jesuita indio que bebió en las más ricas fuentes espirituales de su Iglesia, adoptó los postulados de la psicología humanista y, por su postura verdaderamente católica se atrevió a buscar y reconocer las huellas del Espíritu en tradiciones no cristianas. Supo unir la sabiduría de Oriente y Occidente, empleando relatos y parábolas para despertar a sus oyentes la conciencia de la presencia de Dios en ellos. Así enriqueció su experiencia de fe y tendió puentes de diálogo hacia los no cristianos y hacia quienes en general buscasen la Verdad, el Bien y la Belleza, incluso confesándose no creyente.
Anthony de Mello (Bombay 1931 - Nueva York 1987) fue un jesuita indio que bebió en las más ricas fuentes espirituales de su Iglesia, adoptó los postulados de la psicología humanista y, por su postura verdaderamente católica se atrevió a buscar y reconocer las huellas del Espíritu en tradiciones no cristianas. Supo unir la sabiduría de Oriente y Occidente, empleando relatos y parábolas para despertar a sus oyentes la conciencia de la presencia de Dios en ellos. Así enriqueció su experiencia de fe y tendió puentes de diálogo hacia los no cristianos y hacia quienes en general buscasen la Verdad, el Bien y la Belleza, incluso confesándose no creyente.