«Calumniada por ojos y murmullos, sospechosa tanto para algunos colegas
varones como para los árbitros de las "buenas costumbres", Eduarda
Mansilla de García (Buenos Aires, 1834-1892) se empeña apasionadamente
en una tarea que las normas de su tiempo juzgan antinatural para la
condición femenina: acceder a los frutos prohibidos de la creación. Está
dispuesta a pagar, incluso, el precio de poner un océano de por medio
entre esta vocación y su núcleo familiar (marido y seis hijos), a los
que dejará en Europa durante varios años para volver a la Argentina y
dar a conocer su obra. Una mujer de fin de siglo narra así, en tres
etapas, una aventura vital y los deseos de quien no está dispuesta a
aceptar resignadamente los mandatos sociales. Este intenso texto, diseña
desde el trabajo del lenguaje y el debate del pensamiento
un personaje inolvidable que, como su contemporánea Nora Helmer, la
heroína de Visen, también se verá enfrentada a una decisión extrema:
abandonar su "casa de muñecas" para poder cumplir con el primero de los
deberes: el que todo ser humano tiene para consigo mismo».
varones como para los árbitros de las "buenas costumbres", Eduarda
Mansilla de García (Buenos Aires, 1834-1892) se empeña apasionadamente
en una tarea que las normas de su tiempo juzgan antinatural para la
condición femenina: acceder a los frutos prohibidos de la creación. Está
dispuesta a pagar, incluso, el precio de poner un océano de por medio
entre esta vocación y su núcleo familiar (marido y seis hijos), a los
que dejará en Europa durante varios años para volver a la Argentina y
dar a conocer su obra. Una mujer de fin de siglo narra así, en tres
etapas, una aventura vital y los deseos de quien no está dispuesta a
aceptar resignadamente los mandatos sociales. Este intenso texto, diseña
desde el trabajo del lenguaje y el debate del pensamiento
un personaje inolvidable que, como su contemporánea Nora Helmer, la
heroína de Visen, también se verá enfrentada a una decisión extrema:
abandonar su "casa de muñecas" para poder cumplir con el primero de los
deberes: el que todo ser humano tiene para consigo mismo».