Urraca, viuda de Raimundo de Borgoña y con dos hijos, fue nombrada heredera de los reinos de León, Asturias, Galicia, Castilla y Toledo por su padre el rey Alfonso VI y proclamada reina por la Curia Regia celebrada en León en 1109 a condición de que casara con Alfonso I, rey de Aragón y primo suyo en segundo grado. El matrimonio dividirá a la nobleza y a la iglesia y conducirá a una profunda crisis institucional cuando el Papa declara nulo el matrimonio por consanguinidad. Los problemas que se derivan de esta unión solo se resolverán tras una compleja guerra civil y la separación de los esposos.
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