«Sabemos desde hace mucho que la historia es, entre otras cosas, un
cementerio de ideas falsas. Solo que siempre resulta oportuno establecer
si se llegó a ellas intencionalmente o no. A fines del siglo XIX, por
ejemplo, el historiador alemán Heinrich von Treitschke se burlaba de la
"objetividad anémica" para afirmar que la verdad histórica "es aquella
que sirve a la nación". Como resulta evidente, desde esta perspectiva
cuenta más la utilidad política que la validez científica de los
enunciados. Comparto la saludable reacción de Chiaramonte contra este
tipo de pensamiento, que recorre buena parte del segundo revisionismo y
que hoy se manifiesta en textos de divulgación de amplia venta, cuyas
interpretaciones proyectan deliberadamente sus particulares lecturas del
presente sobre el pasado y no a la inversa». Del prefacio de José Nun
cementerio de ideas falsas. Solo que siempre resulta oportuno establecer
si se llegó a ellas intencionalmente o no. A fines del siglo XIX, por
ejemplo, el historiador alemán Heinrich von Treitschke se burlaba de la
"objetividad anémica" para afirmar que la verdad histórica "es aquella
que sirve a la nación". Como resulta evidente, desde esta perspectiva
cuenta más la utilidad política que la validez científica de los
enunciados. Comparto la saludable reacción de Chiaramonte contra este
tipo de pensamiento, que recorre buena parte del segundo revisionismo y
que hoy se manifiesta en textos de divulgación de amplia venta, cuyas
interpretaciones proyectan deliberadamente sus particulares lecturas del
presente sobre el pasado y no a la inversa». Del prefacio de José Nun