Esta obra, como declara la autora, quiere ser un homenaje al genio humano representado por ese aragonés universal que fue Goya, pero no es un homenaje al uso.
Es Goya el auténtico y único protagonista, eso sí, un Goya imaginado. Partiendo del cronista e historiador gráfico de la sociedad de su tiempo; del pintor que, desde su conciencia crítica y cargado de subjetivismo, hizo visibles actuaciones históricas; del artista que nos transmitió una visión apasionada del mundo de la que su mirada fue testigo ocular; vamos a conocer el alma de algunas de las figuras que aparecen retratadas en distintas obras del maestro. Nos vamos a encontrar en estas páginas con seres vivos, que respiran, que sufren, que se mueven en su entorno, que sienten emociones, que se ilusionan, que tienen proyectos. A veces, son personajes de los que la historia con mayúsculas nos habla, pero aquí los individualizamos, sabemos de sus ambiciones, de sus defectos, de sus preferencias.
La autora ha mezclado vidas, se ha inventado trayectorias, ha sacado a los personajes del contexto en que fueron concebidos; nos los acerca, compartimos su alegría, sufrimos como ellos, estamos o no de acuerdo con sus actos, con sus ideas; los queremos o los despreciamos, pero siempre hacemos nuestras sus aventuras. La relación entre ellos viene dada por la aparición del pintor en cada episodio.
Interpretando al autor, sintiéndolo, nos acerca al Madrid de la época. Somos uno más de aquellos madrileños que se manifiestan, corremos por sus calles para salvarnos de la violencia que los acosa, sentimos su desconcierto, su rabia y deseos de venganza. La tristeza nos invade con la muerte de Juanillo.
La vocación de enseñante de la escritora se refleja en la cronología de sucesos y obras, y en el exhaustivo glosario en el que aparecen explicaciones detalladas de las referencias históricas, culturales, toponimia, vocablos..., que nos ayudan a situarnos y facilitan extraordinariamente la comprensión.
Es Goya el auténtico y único protagonista, eso sí, un Goya imaginado. Partiendo del cronista e historiador gráfico de la sociedad de su tiempo; del pintor que, desde su conciencia crítica y cargado de subjetivismo, hizo visibles actuaciones históricas; del artista que nos transmitió una visión apasionada del mundo de la que su mirada fue testigo ocular; vamos a conocer el alma de algunas de las figuras que aparecen retratadas en distintas obras del maestro. Nos vamos a encontrar en estas páginas con seres vivos, que respiran, que sufren, que se mueven en su entorno, que sienten emociones, que se ilusionan, que tienen proyectos. A veces, son personajes de los que la historia con mayúsculas nos habla, pero aquí los individualizamos, sabemos de sus ambiciones, de sus defectos, de sus preferencias.
La autora ha mezclado vidas, se ha inventado trayectorias, ha sacado a los personajes del contexto en que fueron concebidos; nos los acerca, compartimos su alegría, sufrimos como ellos, estamos o no de acuerdo con sus actos, con sus ideas; los queremos o los despreciamos, pero siempre hacemos nuestras sus aventuras. La relación entre ellos viene dada por la aparición del pintor en cada episodio.
Interpretando al autor, sintiéndolo, nos acerca al Madrid de la época. Somos uno más de aquellos madrileños que se manifiestan, corremos por sus calles para salvarnos de la violencia que los acosa, sentimos su desconcierto, su rabia y deseos de venganza. La tristeza nos invade con la muerte de Juanillo.
La vocación de enseñante de la escritora se refleja en la cronología de sucesos y obras, y en el exhaustivo glosario en el que aparecen explicaciones detalladas de las referencias históricas, culturales, toponimia, vocablos..., que nos ayudan a situarnos y facilitan extraordinariamente la comprensión.