Cuando Verne ideó la construcción del Nautilus, escribió a Hetzel, su editor y amigo: «Le aseguro que su arca estará mejor equipada que la de Noé». Verne, que había visitado ya los centros de la Tierra y del aire, quiso bajar a los abismos del mar. Imaginó un personaje épico, el atormentado capitán Nemo, un sabio desengañado de la raza humana, que se mueve por una de esas obsesivas reivindicaciones tan típicas de la novela de aventuras: la justicia implacable, no exenta de venganza, y la humillación del adversario.
El texto que presentamos aquí no es la obra completa. Hemos reducido su contenido, hemos resumido acontecimientos y hemos eliminado narraciones, datos y, sobre todo, descripciones. El lector puede encontrar aquí una especie de «aperitivo» que le invite a leer más adelante la obra entera y a conocer todas las maravillas del mundo submarino que nos cuentan en ella. Eso es, sin duda, lo que pretendía Julio Verne y eso es lo que hemos pretendido nosotros.
El texto que presentamos aquí no es la obra completa. Hemos reducido su contenido, hemos resumido acontecimientos y hemos eliminado narraciones, datos y, sobre todo, descripciones. El lector puede encontrar aquí una especie de «aperitivo» que le invite a leer más adelante la obra entera y a conocer todas las maravillas del mundo submarino que nos cuentan en ella. Eso es, sin duda, lo que pretendía Julio Verne y eso es lo que hemos pretendido nosotros.