Plutarco fue uno de los más notables adalides del platonismo medio, una tendencia ecléctica iniciada por Antíoco de Ascalona a comienzos del siglo I d. C. Había nacido el año hacia el año 46 ó 50 d. C. en Queronea, de Beocia, y falleció en Delfos el 120. El año 66 se trasladó a Atenas, donde escribió sus obras, entre las que se cuentan innumerables comentarios de los escritos de Platón y una larga serie de libros de ética, física, religión, psicología y pedagogía en que argumentaba contra los estoicos y los epicúreos. Hoy se conservan muchas de estas obras.
Aunque la importancia de las mismas ha sido menor que su contenido filosófico, fueron no obstante un medio importante de transmisión de las más importantes doctrinas de la filosofía griega.
Entre sus obras de contenido moral y político debe contarse su “Vidas paralelas”, pese a que su apariencia historiográfica o biográfica sugieren otra cosa. Se trata, sí, de una colección de biografías de personajes relevantes de las antiguas Grecia y Roma, de individuos que habían sido parte importante en hechos cruciales de la historia de ambos pueblos, pero de lo que ante todo se trataba en la exposición de las mismas era de presentar el carácter moral de cada personaje y no sus peripecias personales ni los efectos históricos ocasionados por su acción. Era inevitable que ambos factores hicieran acto de presencia, pero no eran la materia propia del escrito de Plutarco. A lo largo de las cuarenta y ocho biografías que se conservan –se han perdido algunas, como las de Epaminondas y Escipión- el lector ve desfilar ante sus ojos la educación de los protagonistas, sus disposiciones naturales, su fuerza de carácter, su magnanimidad, etc. Para que estos rasgos se muestren con más fuerza observará que en ocasiones se da más importancia a un hecho fútil que a la victoria en una batalla que ha llevado a la muerte a diez mil guerreros. Si aparecen los hechos políticos del momento es solo para que resplandezca el carácter del individuo.
Plutarco no intenta, en fin, cultivar los géneros historiográfico ni biográfico, sino dar lecciones de moral. De moral personal y política, pues subyace en todo este escrito un objetivo prioritario: mostrar al mundo que Roma y Grecia son complementarias, una como organizadora del mundo y la otra su educadora.
Aunque la importancia de las mismas ha sido menor que su contenido filosófico, fueron no obstante un medio importante de transmisión de las más importantes doctrinas de la filosofía griega.
Entre sus obras de contenido moral y político debe contarse su “Vidas paralelas”, pese a que su apariencia historiográfica o biográfica sugieren otra cosa. Se trata, sí, de una colección de biografías de personajes relevantes de las antiguas Grecia y Roma, de individuos que habían sido parte importante en hechos cruciales de la historia de ambos pueblos, pero de lo que ante todo se trataba en la exposición de las mismas era de presentar el carácter moral de cada personaje y no sus peripecias personales ni los efectos históricos ocasionados por su acción. Era inevitable que ambos factores hicieran acto de presencia, pero no eran la materia propia del escrito de Plutarco. A lo largo de las cuarenta y ocho biografías que se conservan –se han perdido algunas, como las de Epaminondas y Escipión- el lector ve desfilar ante sus ojos la educación de los protagonistas, sus disposiciones naturales, su fuerza de carácter, su magnanimidad, etc. Para que estos rasgos se muestren con más fuerza observará que en ocasiones se da más importancia a un hecho fútil que a la victoria en una batalla que ha llevado a la muerte a diez mil guerreros. Si aparecen los hechos políticos del momento es solo para que resplandezca el carácter del individuo.
Plutarco no intenta, en fin, cultivar los géneros historiográfico ni biográfico, sino dar lecciones de moral. De moral personal y política, pues subyace en todo este escrito un objetivo prioritario: mostrar al mundo que Roma y Grecia son complementarias, una como organizadora del mundo y la otra su educadora.