En un mundo cada vez más pragmático, muchos estudiantes se preguntan: "Y eso... ¿para qué nos va a servir?", sobre todo cuando se trata de una clase de matemáticas.
¿Cómo responder a esa pregunta sin riesgo a que parezca innecesario lo que se expone en un salón de clases? ¿Estamos realmente conscientes de la respuesta?
Cada vez que la pregunta se presentaba en clase, venían a mi mente ideas que podían responder a una parte de esa pregunta y sin quererlo, se estaba estructurando el mayor contenido del presente texto.
No se trataba de inventar nada, gran parte del contenido ya existía. La historia, datos precisos o ejercicios prácticos, han estado presentes en la vida escolar de cientos de personas. Era cuestión de ordenarlo y darle sentido a todo aquello.
Cuando cuentas lo haces así: dieciséis, diecisiete, dieciocho. ¿Por qué no dices "diecitrés"?
Cuando eras niño, te enseñaron los números romanos y el cuatro se representaba como IV. ¿Sabías que hoy en día, en algún lugar cercano a ti, el cuatro se escribe IIII?
Si estás pensando en las posibles respuestas, el libro es para ti. Si ya las sabes, quizás las quieras compartir con alguien más.
Diversos planteamientos similares como la regla de tres, la proporción de oro o símbolos matemáticos, están incluidos a manera de reflexión.
La intención por supuesto, es dar una respuesta satisfactoria al lector a su pregunta: "Y eso... ¿para qué nos va a servir?"
Mi propuesta, tras algunos años en las aulas, la tienes en tus manos. ¿de verdad servirá para algo? Te invito a descubrirlo. Tú decides.
¿Cómo responder a esa pregunta sin riesgo a que parezca innecesario lo que se expone en un salón de clases? ¿Estamos realmente conscientes de la respuesta?
Cada vez que la pregunta se presentaba en clase, venían a mi mente ideas que podían responder a una parte de esa pregunta y sin quererlo, se estaba estructurando el mayor contenido del presente texto.
No se trataba de inventar nada, gran parte del contenido ya existía. La historia, datos precisos o ejercicios prácticos, han estado presentes en la vida escolar de cientos de personas. Era cuestión de ordenarlo y darle sentido a todo aquello.
Cuando cuentas lo haces así: dieciséis, diecisiete, dieciocho. ¿Por qué no dices "diecitrés"?
Cuando eras niño, te enseñaron los números romanos y el cuatro se representaba como IV. ¿Sabías que hoy en día, en algún lugar cercano a ti, el cuatro se escribe IIII?
Si estás pensando en las posibles respuestas, el libro es para ti. Si ya las sabes, quizás las quieras compartir con alguien más.
Diversos planteamientos similares como la regla de tres, la proporción de oro o símbolos matemáticos, están incluidos a manera de reflexión.
La intención por supuesto, es dar una respuesta satisfactoria al lector a su pregunta: "Y eso... ¿para qué nos va a servir?"
Mi propuesta, tras algunos años en las aulas, la tienes en tus manos. ¿de verdad servirá para algo? Te invito a descubrirlo. Tú decides.